Y le dije adiós y cerré la puerta… no porque no deseara que volviera, que regresara para quedarse con toda la magia del encanto de su presencia, con sus caprichos adorables y su sonrisa gloriosa y perfecta, tan maravillosa y tan grande como una vida completa.
La cerré en realidad, porque no quería que se escapara lo último que queda de los indicios vanos de una prudencia impuesta y limitada, y de una dignidad seriamente lastimada. La cerré por orgullo y por puro instinto de supervivencia…
Porque no soporté la sola idea de que al irte, se fueran también detrás de ti los fragmentos de mi corazón profundamente afligido. Y tuve miedo de impedirte el paso y de clausurar para siempre todos tus caminos. Tuve tanto miedo de que pudieras ver las lágrimas que cegaron mis ojos y decidieras entonces, por un gesto de compasión y de piedad lastimosa quedarte conmigo… por eso te dije adiós y cerré la puerta.
Porque ya había sopesado la posibilidad inequívoca de tus reproches y de mi tristeza que sin ninguna duda, amargarían mi alma entera. Pero a ti mi amor, te robarían para siempre el brillo hermoso de tu mirada y la alegría divina de tu sonrisa gloriosa y perfecta…
SENDY SÁMANO*
Poetisa Colimense autora de “El amor y sus contradicciones” www.sendysamano.org